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Envases que sobran: el impacto ambiental de envolver lo natural

Recorriendo uno de los supermercados más importantes del conurbano, me topé con una imagen que me resultó increíble de ver en estos tiempos. En una época en la que la conciencia ambiental crece y la urgencia por reducir el uso de plásticos de un solo uso es más clara que nunca, sorprende y preocupa ver góndolas repletas de frutas y verduras… ¡envueltas en plástico!

Verduras en bandejas de telgopor, bananas embolsadas, zapallitos envueltos en film… y quizás el caso más llamativo: el choclo. Este vegetal, que ya viene naturalmente protegido por su chala (hojas exteriores), suele aparecer pelado, desprovisto de su envoltura natural y nuevamente envuelto en film plástico. Un sinsentido ambiental que refleja hasta qué punto hemos normalizado el exceso de envases.

¿Por qué se hace esto?
El argumento más frecuente por parte de supermercados y productores es la “comodidad” y la “conservación”. El empaque facilita el transporte, evita daños y extiende la vida útil. Sin embargo, muchas veces se prioriza la estética o el marketing por encima del sentido común ambiental.

El precio del confort: más residuos
Estos envoltorios no solo son innecesarios, sino que generan una gran cantidad de residuos plásticos de un solo uso, que tardan cientos de años en degradarse. En países como Argentina, donde el reciclaje aún no es una práctica generalizada ni eficiente, estos materiales terminan en rellenos sanitarios o directamente en el ambiente.

¿Es realmente más higiénico?
Otro argumento habitual es la “higiene”. Pero no debemos olvidar que la fruta o verdura, al ser pelada o lavada antes de consumirse, ya cuenta con medidas naturales de protección. Además, el plástico no garantiza mayor inocuidad: puede incluso acumular bacterias si no se manipula correctamente.

Volver a lo simple: compras conscientes
Comprar frutas y verduras sueltas, llevar nuestras propias bolsas reutilizables, optar por ferias, mercados locales o almacenes barriales, son formas de consumo más sostenibles. También es una manera de apoyar a pequeños productores y comercios que no utilizan empaques innecesarios.

Una elección que suma
Cada vez que elegimos no comprar productos sobreempaquetados, estamos enviando un mensaje. Como consumidores, tenemos poder. Y ese poder puede ayudar a cambiar hábitos de producción y comercialización que están dañando el planeta.

Las imágenes que acompañan esta nota fueron tomadas en un supermercado de renombre del pais ubicado en el conurbano bonaerense, donde el uso excesivo de envoltorios plásticos para frutas y verduras —como en el caso del choclo pelado y envuelto en film— es una práctica habitual.

Por G. Sanabria

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