El acto de cierre de campaña de La Libertad Avanza (LLA) en la provincia de Buenos Aires, realizado en Moreno y encabezado por Javier Milei, generó repercusiones no solo por las advertencias previas del Gobierno bonaerense —tras los incidentes ocurridos la semana anterior en Lomas de Zamora durante la frustrada caravana libertaria— sino también por la baja convocatoria que expuso debilidad en la recta final hacia las elecciones.
Lejos de la asistencia que prometían los organizadores, el encuentro en el club Villa Ángela —al que la comunicación oficial del partido presentó como “club de barro”— resultó un fracaso en términos de público. Pese a la movilización en micros y la participación de punteros vinculados al duhaldismo, no se logró llenar ni media cancha.
El armador local, conocido como el “Nene” Vera, había asegurado que reuniría a unas 10 mil personas. Sin embargo, la concurrencia fue mucho menor, incluso con la denuncia de que se ofrecieron pagos de hasta 20 mil pesos por asistente. La decepción fue evidente cuando parte del público comenzó a retirarse antes de que Milei concluyera su discurso.
En el escenario, el candidato libertario se mostró visiblemente alterado y se vio obligado a abrir su intervención refiriéndose al escándalo de coimas que atravesó su campaña: “Imagínense cómo deben estar las cosas en la provincia de Buenos Aires para que hayan hecho los tres tipos de operaciones todas juntas: trataron de acusarnos de chorros, fueron contra nuestras vidas humanas y además se metieron con mi hermana”, lanzó.
Milei aprovechó también para defender públicamente a su hermana Karina, figura central en el armado libertario, a quien consideró blanco de ataques en los últimos días. Según dijo, el “ensañamiento” contra ella forma parte de una estrategia para debilitarlo en la recta final.
En un intento por levantar el ánimo de los militantes, el libertario sostuvo que existe un “empate técnico” en la provincia de Buenos Aires, relativizando la baja convocatoria del acto y asegurando que su espacio aún tiene chances de disputar el resultado frente a las fuerzas tradicionales. “Nos quieren hacer creer que estamos derrotados, pero los números muestran otra cosa”, afirmó.
El discurso cerró con un Milei desencajado, entre la necesidad de defender a su círculo íntimo y la urgencia de mostrar fuerza en un distrito clave. Sin embargo, la postal de un estadio semivacío y el retiro anticipado de muchos asistentes opacó la imagen de lo que pretendía ser una demostración de poder político.
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