Axel Kicillof eligió pasar este domingo en su búnker de La Plata, rodeado de colaboradores y dirigentes, siguiendo minuto a minuto una elección que puede marcar su futuro político. El gobernador bonaerense llegó con expectativas altas y un clima muy distinto al que tenía su espacio hace apenas un par de meses.
En su entorno reconocen que, semanas atrás, pensaban en una derrota amplia de entre 15 y 20 puntos. Hoy, en cambio, hablan de empate técnico y hasta se animan a soñar con una ventaja. “Si perdíamos por poco ya era bueno; ahora todo puede pasar”, repiten cerca suyo.
El lugar elegido fue el hotel Grand Brizo, en pleno centro platense, donde se montó un espacio para reunir a ministros, legisladores y referentes de distintos sectores. Entre las presencias esperadas están la vicegobernadora Verónica Magario —que también juega como candidata a diputada—, integrantes del Frente Renovador junto a Sergio Massa, y representantes de La Cámpora.
Mientras tanto, Máximo Kirchner y Cristina Fernández aguardan los resultados desde la Ciudad de Buenos Aires, aunque se espera que haya también actividad militante en su entorno.
El cronograma marca que durante la tarde y la noche hablarán distintos funcionarios provinciales, y el propio Kicillof tiene previsto salir a hablar pasadas las 22, en un escenario montado sobre la calle.
En el oficialismo confían en ganar en las secciones más pobladas, como la Primera y la Tercera, y aseguran que hasta podrían dar pelea en algunos bastiones opositores. Según sus cálculos, podrían imponerse en la provincia por entre 7 y 9 puntos, aunque todos saben que la verdadera palabra la tendrán las urnas.
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